(Trome)escuchó el nombre de Tintaya cuando viajó por primera vez de Lima al Cusco. Tintaya era una zona alucinante, en la puna, el bus llegaba allí y subían los trabajadores. Todos comuneros, chaposos, muy quemados por el frío. Lo que pude deducir de esa zona era que la minería da mucho trabajo a los campesinos.
Yo tengo una teoría, las protestas antimineras las genera la gente que nunca ha vivido de la minería. En su mayoría son ultras de las universidades y radicales de profesión. Las protestas antimineras han ocasionado heridos y muertos.
¿Quién se beneficia con ello?
Nunca voy a olvidar cuando me subí a la camioneta del candidato con su esposa Nadine: ¿Usted de dónde viene?, me preguntó. De Lima, soy del diario Trome. El comandante en retiro esbozó una sonrisa. "Ustedes no publican mucho de política", me dijo. "No, comandante, está equivocado, estuve en Puno en su mitin y también en Sechura, nosotros somos amplios y llegamos a todos los candidatos", le respondí. El discurso de Ollanta esa tarde fue ultra radical: ¡¡¡Agua o muerte!!! Por eso arrasó en Cajamarca.
Este columnista empezó a conocer la realidad peruana con literatura muy crítica a la minería. "El tungsteno", de César Vallejo, "El retoño", de Julián Huanay, eran épocas donde las grandes mineras internacionales explotaban inmisericordemente a los comuneros. Acuérdense de la huelga en Mal Paso. Pero hay que ser realista, ahora los tiempos han cambiado, las mineras dotan a sus trabajadores de casas, hospitales, universidades para sus hijos. Pero lógicamente también deben cuidar el medio ambiente.
Sin embargo, al margen de ello, hay una ideología antiminera, azuzada por líderes ultra izquierdistas. Lamentablemente causan mucho daño. Las mineras que contaminan están obligadas a reducir el costo ambiental. En algunos casos lo están haciendo, pero hay dirigentes que están llevando aguas a sus molinos. La policía está actuando con mano dura.
Dos muertos y muchos heridos dejan muy mal la cara del gobierno de Ollanta Humala, el que ganó las elecciones justamente siendo muy duro contra las transnacionales mineras. Veo por televisión la violencia de los comuneros y el enfrentamiento con la policía. Los ultras quieren debilitar al gobierno, ellos que fueron sus aliados. Creo que Ollanta Humala no está de acuerdo que se generalice una rebelión y corra sangre. Nadie lo quiere. Apago el televisor. Insisto, el gobierno debería hilar fino. Yo estuve siguiendo a Ollanta Humala durante su campaña electoral. Lo seguí en Sicuani, Puno, Cajamarca, Piura, Trujillo y escuché su discurso. Pedía que las mineras no contaminen, no exploten a sus trabajadores. Por eso el partido Gana Perú arrasó en la votación en departamentos tradicionalmente mineros.
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