(Los Andes)¡Quien a hierro mata a hierro muere! Un integrante de una peligrosa banda organizada de asaltantes de empresas mineras en el distrito de Ananea fue linchado por encolerizados pobladores que luego de capturarlo en pleno asalto, lo golpearon por más de 10 horas hasta causarle una penosa muerte.
La historia comienza la madrugada de ayer (03:00 horas), cuando, bajo la oscuridad de la noche y aprovechando el sueño de los vigilantes del campamento minero Adela Colque, ubicado en el cerro Pampa Blanca (Ananea-Putina), más de 10 asaltantes fuertemente armados redujeron a golpes a los pocos trabajadores de la mina y tomaron posesión del campamento.
Pero los asaltantes jamás imaginaron que los trabajadores junto a los vigilantes del campamento minero reaccionaran y se enfrentaran a los facinerosos; tal fue el bullicio que alertó a trabajadores de otros campamentos, quienes de inmediato acudieron para ver qué sucedía.
UNA ZANJA DETUVO AL ASALTANTE
Se calcula que habrían transcurrido cerca de 10 minutos cuando más de 50 pobladores se juntaron e iniciaron un contraataque a los más de diez delincuentes, quienes al fracasar en su intento de asaltar el campamento huyeron raudamente del lugar hacia una combi. Un asaltante no se percató de la existencia de una zanja y cayó en ella.
El vehículo con los asaltantes arrancó a toda velocidad con dirección al centro poblado de La Rinconada, abandonando a su infortunado cómplice a merced de los iracundos moradores de Pampa Blanca, que de inmediato lo aprehendieron, maniataron y lo sacaron del zanjón para someterlo a un ajusticiamiento popular.
SE INICIA LINCHAMIENTO
Nadie puede imaginar qué es lo que el delincuente tenía en mente al verse solo tras el abandono de sus cómplices, ¿resignación?, ¿deseos de venganza?, es difícil el solo hecho de pensar en ser sometido a una tortura y una muerte casi segura; pues es sabido que en la zona de Pampa Blanca, ya en varias oportunidades se dieron violentos asaltos a punta de fusil y esta se realizaba con la misma modalidad.
Eran las 4 de la mañana, cuando los pobladores iniciaron la tortura; le preguntaron por su nombre, de dónde era y con quiénes había llegado a robar. El delincuente, que tenía en su poder una cacerina de revolver, dio más de tres nombres distintos y no reveló el nombre de sus cómplices ni cuántos integraban la banda. Entonces la tortura se transformaba en masacre.
EL FRACASO DEL RESCATE
Enterados de que más de 50 pobladores venían haciendo justicia popular en Pampa Blanca, efectivos de la Comisaría de Ananea emprendieron el viaje pasadas las 5 de la mañana para rescatar al delincuente; pero la turba creció superando las 100 personas, que impidieron el ingreso de la Policía, creyendo que el asaltante era un policía en actividad.
Pasaban las horas, los golpes eran cada vez más intensos; los pobladores pedían la presencia del Ministerio Público para hacer la entrega del delincuente al fiscal y no a los policías, presumiendo que el asaltante iba a ser liberado. Ningún fiscal se aproximó hasta pasado el mediodía de ayer.
PENOSA MUERTE
Cerca a las 13:30 horas de la tarde, al ver que el hombre golpeado se desplomaba, recién los pobladores dejaron que la Policía Nacional se haga cargo del caso; los efectivos policiales trasladaron malherido al facineroso hasta el puesto de salud de Ananea, donde a las 2:15 de la tarde dejó de existir.
El asaltante murió en su ley; nunca se identificó ante los pobladores, ni reveló los nombres de sus cómplices. Hasta el cierre de esta edición (18:00 p.m.) la fiscalía no había identificado el cuerpo, y el médico del puesto de salud, sin orden de la Fiscalía para la necropsia de ley, no dio información sobre las causas de la muerte.
